jueves, 3 de enero de 2008

En cuanto abras los ojos... si los llegas a abrir

En una oscura tarde de diciembre mis manos estaban temblorosas y mis ojos hinchados, sentada en una plaza imaginando lo inevitable, aquello que sabía que vendría, pero que no esperaba. Llegaste, y tu sonrisa estaba borrada, tus ojos me miraban con resentimiento y sentí como me temblaban las piernas y mi corazón palpitaba cada vez más fuerte. Con simples palabras quisiste expresar aquello que yo sabía pero que no quería aceptar, y con simples palabras intenté hacerte comprender lo que yo sentía, pero no fue suficiente. Querías un tiempo, para ti, para ordenar lo que, según tú, yo desordené, para volver a encontrarle rumbo a tu vida, y para eso tú dices que no me necesitas, en cuanto pronunciaste ese “no” sentí que no tenía valor para ti, ni tampoco valoras lo que hice por ti. Me duele el alma pero no puedo volver contigo, aunque quiera, mi pena es muy grande, muy intensa, ya no quiero más, ya no más...

lunes, 31 de diciembre de 2007

¿Algo momentaneo?

Y por fin la soledad logró alcanzarme nuevamente, y con su oscuro manto me envuelve de frialdad y de sentimientos de venganza, luego de amar tanto, ¿qué es lo correcto?